viernes, 26 de noviembre de 2010

Una de breves

- Lo primero: si no escribo más a menudo es por falta de tiempo más que de inspiración. No sé qué me pasa últimamente que no me cunde nada el tiempo y tengo que repartir los ratos libres entre lecturas varias, el Dragon Age Origins y el puñado de series que sigo.

- Después de cuatro episodios, creo que ya puedo decir que The Walking Dead está siendo, como poco, decepcionante. Quizás sea por lo bueno que es el cómic, o por lo que prometía el primer episodio (de largo, el mejor de los cuatro), pero no es lo que esperaba. Hay una falta notable de carisma en los personajes (algo especialmente grave teniendo en cuenta el material en que se basa) y de ritmo en la serie en general. No puede ser que en una temporada de seis episodios aún no sepamos prácticamente nada de personajes como Dale. En fin, aún quedan dos para acabarla, a ver si esto remonta un poco.

- En cambio, Fringe está cada vez mejor. Después del "cliffhanger" del último capítulo, no puedo esperar al próximo. Cada temporada va subiendo el listón. Y, además, con música de Giacchino.

- También parece que ha recuperado la forma Como conocí a vuestra madre, después de una temporada pasada un poco regulera. El episodio de esta semana fue de los buenos (aunque no tanto como el de hace dos semanas), y no sólo por las múltiples referencias a Perdidos.

- Los obispos españoles han decidido darle un uso práctico a la frase "ser más papistas que el Papa". Ah, la Iglesia española, siempre a la vanguardia.

- Estoy deseando que llegue enero para poder entrar en un bar sin respirar el humo de los demás y llegar a mi casa por la noche sin apestar a tabaco. Lo siento por los fumadores (bueno, en realidad, no), pero no es intolerancia, es cuestión de civismo y sentido común. Esto, claro, si el Gobierno finalmente no se echa para atrás, lo cual, teniendo en cuenta la facilidad que está demostrando para bajarse los pantalones, no es del todo descartable.

- Por cosas como ésta hace tiempo que no leo el Marca. No sé qué hace un tipo como Santiago Segurola en un medio con un director como ése y compañeros como el ínclito Pipi Estrada o José Vicente Hernáez. De hecho, ahora que lo pienso, Pipi casi es de lo menos malo. Como dijo Schuster, no hase falta desir nada más.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Lisboa

Cantaba el gran Quintín Cabrera que las ciudades son libros que se leen con los pies. En tal caso, Lisboa sería una novela del romanticismo tardío, lánguida y decadente. Lisboa es, también, como los fados de la Alfama, melancólica y hermosa. Lisboa es más Lisboa al atardecer, con el cielo rojo del crepúsculo reflejándose en el Tajo. Quizás por eso (a pesar de sus cuestas criminales) nos hemos entendido tan bien ella y yo, porque los dos tenemos otoño en el corazón.