lunes, 19 de marzo de 2012

La chica que me hizo lo que nadie me había hecho antes

Una vez me afeitó una chica. Fue durante unas vacaciones juntos, hace unos años, cuando aún me afeitaba de forma habitual. Ella salía de la ducha cuando yo empezaba y se me quedó mirando a la cara cubierta de espuma. Yo la miré también. No necesariamente a la cara. Me encantaba mirarla desnuda y lo hacía siempre que tenía ocasión.

-Déjame a mí.

-¿Que te deje qué?

-La cuchilla. Quiero hacerlo yo.

-¿Por qué?

-No sé. Es que nunca he afeitado a nadie. Déjamela.

-Si lo que buscas son nuevas experiencias, tengo varias en mente. Todas me parecen más divertidas y, lo que es más importante, sin riesgo para la integridad física de mi bello rostro.

-Calla y trae aquí ¿Hacia arriba o hacia abajo?

-Hacia arriba ¿En serio crees que esto es lo mejor que podríamos hacer los dos desnudos?

-Calla -Dijo con cara de concentración

-Porque yo creo que no -Dije con una incipiente erección.

-Después, pesado ¿Hacia dónde ahora?

El pasado sábado, paseando por el centro, me encontré con ella. Hacía tiempo que no la veía. Fuimos a tomar algo y nos contamos qué era de nuestras vidas, así por encima. Lo nuestro no funcionó, pero acabó de forma amistosa, muy civilizada, muy francesa. Alguna vez, tras encontrarnos, hemos acabado en la cama. O en el asiento trasero de un coche, lo que nos pillara más a mano.

Estuvimos recordando los viejos tiempos y, en algún momento, la conversación derivó hacia el terreno sexual. Ella me confesó que siempre recordará cierto polvo contra la pared. Yo no quise decírselo, pero para mí siempre será la chica que me afeitó.